
Cuando pienso en quién era mi Nana antes de su enfermedad, veo una luz ardiente.
Siempre fue una persona muy terca. No tenía miedo de decir lo que pensaba. Tenía tanta compasión por las personas en su vida y en el mundo. Se mantuvo firme, pero también tenía una extraña gracia en su comportamiento.
La terrible realidad de la enfermedad de Alzheimer es que tienes que ver desaparecer a su ser querido y, en cierto sentido, morir, ante tus propios ojos.
El alzhéimer no tiene cura. Los científicos saben muy poco sobre la enfermedad. La enfermedad en sí afecta a todos de manera diferente. Algunas personas están más tranquilas cuando los alcanza. Algunos reaccionan a las cosas de manera errática. Algunos son un poco de ambos.
Pero yo, y tantos otros, tenemos que creer que hay esperanza.
El Alzheimer le ha quitado mucho a mi familia y lo más probable es que siga quitándonos más a nosotros.
Al generar conciencia sobre la espantosa verdad y la angustia que causa esta enfermedad, puede ser posible captar más atención sobre la necesidad de más investigación sobre las enfermedades de la memoria y su compleja realidad.
He perdido a mi Nana ya mi tía Mary, dos de las personas más influyentes en mi crianza.
No importa cuán difícil haya sido para mí sobrellevar esto, nada podría compararse con la forma en que estoy seguro de que mi Nana se sentía todos los días.
Mi Nana siempre fue una de las mujeres más fuertes de mi vida. Ella siga siendo eso para mí. Ella todavía me sorprende. Las lecciones que me enseñó, las historias que me brindó y, lo más importante, el amor que me brindó siempre serán como la recordaré.
Te amo Nana (Mi ángel guardián)
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Gracias por ayudar a avanzar el apoyo, la atención y la investigación del Alzheimer.
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