El invierno pasado, mi mundo cambió. Mi normalmente amable madre, a los 84 años, comenzó a exhibir comportamientos agresivos debido a Alzheimer's. Ser testigo de su lucha, junto con la progresión más lenta de la demencia de mi padre, fue un duro despertar. Expuso los inmensos desafíos que enfrentan las familias con esta enfermedad: la falta de tratamientos efectivos, recursos limitados y costos de atención vertiginosos. Incluso con el apoyo de mi esposo Eric y mis hermanos, y yo manejando los turnos de noche, el costo mensual para ambos padres se acerca a los $10,000. Y la realidad es que podrían vivir otros 8 o 10 años.

Pero somos afortunados. Contamos con un sólido sistema de apoyo y recursos financieros. Millones de personas no tienen tanta suerte.

Por eso estamos caminando. Caminamos por un futuro donde existan mejores tratamientos, donde las comunidades ofrezcan amplios recursos para nuestra población que envejece y donde todos puedan envejecer con dignidad.

Únase a nosotros en el Walk to End Alzheimer's. Juntos, hagamos de esta lucha un mañana mejor.